En este momento como les comentaba al principio, estoy en un proyecto personal muy importante. Es un proyecto que ya no solo es personal sino es un proyecto familiar, está involucrada todo la familia; la gran familia, la pequeña familia de aspirar a ser parte del consejo de la Cuidad de Bogotá. Bogotá es una cuidad sudamericana de tamaño impresionante, no es tan grande como la ciudad de México, pero un tamaño importante y es una ciudad que en su momento la llamaban la Atenas sudamericana; una ciudad que resplandecía por su belleza, por su modernismo, por la elegancia de sus construcciones y demás. Y es una ciudad que ha ido decreciendo en desarrollo y en oportunidades, es una ciudad que no ha crecido de manera organizada, pero es la ciudad donde yo nací y es la ciudad donde voy a morir. Yo no tengo una opción de irme a vivir a otro país, a otra ciudad; yo tengo mi familia acá, tengo mi práctica profesional acá, tengo a mis amigos acá. Entonces mi plan de vida, y ahí si donde mi planeación entra a jugar, está dada para que yo eduque a mis hijos acá, los case acá y ojalá yo pueda dar a ellos una oportunidad de vivir acá cerca de mí. Entonces, llega un momento en la vida cuando donde de pronto hay uno llamado del más allá o de pronto del impulso, de pronto de genes paternos, porqué la familia paterna mía, estaba muy metida en política, de dar algo de vuelta en la sociedad. Muchas familias hacen filantropía, muchas familias hacen proyectos de responsabilidad social y en muchas familias hay gente, y esto es una tipología que hemos visto aquí como el caso de los Carbajal en Colombia, que alguien de la familia decide de dar un paso al lado, asumiendo un sacrifico personal; digamos en mi caso yo no me voy a hacer nombrar por nadie, yo voy a buscar votos de la gente. Un voto de opinión que es muy complicado salir a buscar, para buscar un puesto de elección popular, ir al consejo de la ciudad, donde seré uno de muchos personajes tratando de reivindicar un poco esa frustración que tenemos los ciudadanos colombianos – lo ciudadanos bogotanos, perdón – de vivir en esta ciudad tan colapsada y tan caótica. Pero, más allá de lo que yo quiero hacer a parte del proyecto, es que yo he empezado mi planeación de familia desde cero; yo quiero ser primera generación de mis hijos, mis nietos y mis bisnietos. Si a mí, mi tercera, mi generación anterior me quisiera dejar algo, yo recibir algo de esa generación está muy bien, pero no cuento con ello. Porque es una familia muy grande y primero está mi mama, mis hermanos y toda la familia. Parte del legado que yo quiero dejarle a mis hijos es un legado intelectual. Y el legado intelectual que habla James Hughes en su libro; es poder dejar a los hijos el ejemplo de que, en momentos difíciles, el papá o la familia salió a revindicar una posición, salió a buscar algo más allá de los intereses económicos y se hizo elegir y trato de participar. Entonces yo sí creo que, si me he de ir de este mundo antes de los 95 años que uno se piensa ir del mundo, viejito y venerable, sino me voy antes, a mis hijos les puedo dejar algo de plata, algo de educación pero sobre todo algo de ejemplo y eso es parte del proyecto.